Investigadores del Institut de Recerca Biomèdica de Bellvitge (Idibell) han demostrado que fármacos epigenéticos pueden ayudar a frenar un tipo de tumor muy agresivo en niños.
Según ha informado hoy el centro en un comunicado, el estudio se centra en los pacientes que sufren rabdomiosarcoma, que es el tipo de cáncer muscular más frecuente en niños y adolescentes y que las personas que lo sufren tienen una supervivencia menor del 30 % cinco años después del diagnóstico.
El equipo de investigadores liderado por Óscar Martínez-Tirado estudió el nivel de expresión de la proteína caveolina-1 en diferentes tipos de sarcoma.
El investigador ha explicado que “vimos que las únicas células que no la expresaban o expresaban muy poco eran las del rabdomiosarcoma alveolar y parecía que podían presentar alguna alteración epigenética que impedía su expresión”.
El estudio demuestra que el promotor del gen de la caveolina estaba silenciado por una hipermetilación en el caso de este tipo de sarcoma, de manera que la proteína no se puede expresar.
El investigador apunta que la caveolina-1 actúa como supresor de tumores y, cuando sus niveles son bajos o inexistentes, se bloquea la diferenciación normal de las células y facilita el desarrollo del tumor.
Actualmente, en el mercado existen fármacos que pueden modificar las alteraciones epigenéticas y los investigadores probaron uno de estos fármacos en líneas celulares para reactivar el promotor de la caveolina-1 y promover de nuevo su expresión.
“La reintroducción de la caveolina – explica Martínez-Tirado- provoca que las células tumorales tengan más tendencia a diferenciarse y, como no pueden recuperar la actividad normal, acaben muriendo, frenando así el crecimiento del tumor“.
De momento, los fármacos sólo se han probado en cultivos celulares y actualmente el grupo de sarcomas trabaja para averiguar cuáles son los mecanismos moleculares que hacen que la caveolina-1 frene el crecimiento del tumor para poder trasladar su reintroducción mediante fármacos epigenéticos en la clínica.
En este estudio han colaborado el Idibell, el Hospital de Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat, el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y el Instituto de Medicina Predictiva y Personalizada del Cáncer.
Fuente: La Vanguardia, España