Aprueban en la Argentina un medicamento que logró mejorar la sobrevida de los pacientes con mielofibrosis.

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Recientemente, se aprobó en la Argentina un medicamento para tratar la mielofibrosis, una seria enfermedad de la sangre. Es la primera de una nueva clase de drogas denominadas ‘inhibidoras de la proteína tirosina-quinasa JAK’, y demostró en un importante estudio clínico aumentar la sobrevida total y mejorar otros aspectos vinculados a la afección, como por ejemplo reducir en forma sostenida el tamaño del bazo en comparación con la terapia convencional.

El ruxolitinib, tal la denominación de su principio activo, se encuentra aprobado en más de 45 países, incluyendo los Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá. En un análisis a largo plazo demostró limitar o al menos estabilizar el avance de fibrosis de médula ósea, uno de los mecanismos subyacentes de la mielofibrosis, algo que no se había observado con otras terapias en pacientes con enfermedad avanzada.

La mielofibrosis es una enfermedad poco frecuente, caracterizada por un trastorno en la médula ósea, agrandamiento del bazo y complicaciones y síntomas potenciales como fatiga, fiebre, sudoración nocturna, picazón en la piel, dolor en los huesos, dolor o malestar abdominal y pérdida de peso.

El Dr. Francisco Cervantes, médico hematólogo Consultor Senior del Servicio de Hematología del Hospital Clínic de Barcelona, España, reveló que “el principal avance en el tratamiento de la mielofibrosis ha sido la introducción de los inhibidores de JAK, concretamente de ruxolitinib, que es el primer fármaco de este tipo aprobado para el tratamiento de la enfermedad. De hecho, ruxolitinib es el primer tratamiento aprobado para la mielofibrosis”. El especialista manifestó que esta droga “permite controlar el crecimiento del bazo (denominado esplenomegalia, típico de esta enfermedad y que produce importantes molestias abdominales) y la sintomatología constitucional (fundamentalmente sudoración nocturna y pérdida de peso) en la mayoría de los pacientes, lo que mejora notablemente su calidad de vida. Además, esta intensa mejoría permite alargar la supervivencia de los enfermos, si bien no es posible la curación de la enfermedad”.

La Dra. Ana Inés Varela, médica hematóloga del Hospital Ramos Mejía, explicó que “además de los tratamientos clásicos para el manejo de la mielofibrosis, como la hidroxiurea o las transfusiones, hoy contamos con nuevas drogas, como el ruxolitinib, que ha probado ser muy eficaz para disminuir el tamaño del bazo y los síntomas constitucionales. Con esto, muchos pacientes mejoran su calidad de vida, aumentan de peso y pueden volver a realizar algunas actividades habituales que tuvieron que dejar de hacer por la enfermedad. Mejoran los síntomas generales que son muy molestos. Esta familia de nuevas drogas está dirigida contra la mutación JAK2 V617F, que está implicada en la generación de la enfermedad”.

En este sentido, el Dr. Miguel Pavlovsky, Director Médico y Científico de FUNDALEU (Fundación para Combatir la Leucemia) y Médico Hematólogo del Centro de Hematología Pavlovsky, recordó que “estamos logrando un conocimiento acabado de los mecanismos que producen la enfermedad, y ello aumenta enormemente las posibilidades de tratamiento. Sin dudas, contar con nuevas herramientas para tratar una enfermedad como esta representa un importante avance, y confiamos en que los pacientes podrán beneficiarse notablemente de las permanentes investigaciones que se realizan en torno a la mielofibrosis”.

Experiencia clínica 

“El ruxolitinib ya se ha utilizado en el país con muy buenos resultados”, informó la Dra. Varela. Esto ocurrió gracias a un Programa de Uso Compasivo (que permite emplear la droga en determinados casos pese a que no estuviera aún aprobada por la autoridad sanitaria local), y a estudios clínicos en pacientes con mielofibrosis en estadios avanzados.

“Los pacientes con indicación de esta terapia padecían síntomas relacionados a la enfermedad para los que ya no teníamos herramientas terapéuticas. Afortunadamente, la mayoría presentó reducción del tamaño del bazo y franca mejoría de los síntomas generales, permitiendo recuperar mucho su calidad de vida. Debo aclarar que el bazo no suele volver al tamaño normal, pero en general son pacientes con bazos muy aumentados de tamaño y la disminución en un 40-50% ya tiene gran impacto clínico”, afirmó.

Coincidentemente, el Dr. Cervantes, cuya experiencia clínica se realizó en España, declaró: “la mayoría de mis pacientes tratados con ruxolitinib ha respondido y dicha respuesta se ha mantenido a largo plazo en más de la mitad de los casos. Por ello, ha sido muy gratificante ver cómo la vida de los pacientes cambia de la noche a la mañana”.

Por último, la Dra. Varela consignó que la mielofibrosis es “una enfermedad mieloproliferativa crónica de evolución muy lenta. Muchos pacientes son diagnosticados en etapas tempranas de la enfermedad por el estudio de alteraciones en los análisis de sangre y no requieren tratamiento. Puede pasar que un paciente esté muchos años sin tratamiento. Con el tiempo la enfermedad evoluciona y aparecen los síntomas”. Por tal motivo, “es muy importante que el tratamiento sea monitoreado por un médico especialista, ya que se trata de una enfermedad seria y de un tratamiento muy específico”.

El Estudio COMFORT-II 

Un análisis del seguimiento a 3 años del Estudio COMFORT-II permitió observar que los pacientes tratados con ruxolitinib demostraron una ventaja en la sobrevida total comparado con pacientes que recibían terapia convencional. La reducción del riesgo de muerte fue del 52%, y la probabilidad de sobrevida total fue significativamente mayor para ruxolitinib comparado con la terapia convencional (81% vs. 61%, respectivamente) a las 144 semanas. Además, 51,4% de los sujetos tratados con ruxolitinib logró una reducción de 35% del tamaño del bazo.

Los resultados son consistentes con los análisis previos de los estudios COMFORT-I y COMFORT-II, que habían demostrado que ruxolitinib ofrece significativos beneficios clínicos sobre la terapia convencional y el placebo para pacientes que sufren de mielofibrosis.

Por otra parte, datos de un análisis exploratorio sobre la morfología de la médula ósea de un estudio separado con ruxolitinib en Fases I y II, comparado con controles históricos de pacientes tratados con terapia convencional, mostraron que tras cuatro años de tratamiento con ruxolitinib, la fibrosis de la médula ósea mejoró en 22% y se estabilizó en el 56% de los pacientes, lo que no se observó en quienes recibían terapia convencional.

Sobre la mielofibrosis 

Esta enfermedad se desarrolla cuando la señalización incontrolada en la vía JAK, que regula la producción de glóbulos, hace que el organismo produzca glóbulos que no trabajan en forma apropiada, lo que causa cicatrices en la médula ósea, fibrosis y otras severas complicaciones. Esto explica el nombre mielofibrosis: “mielo” (médula) y “fibrosis” (acumulación de tejido cicatricial).

La sustitución de células normales de la médula ósea por tejido cicatricial tiene como resultado una menor producción de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas, lo que causa anemia, susceptibilidad a las infecciones y aumento de hematomas y sangrados. Para compensar este proceso, el bazo y el hígado incrementan la producción de glóbulos y se agrandan. El bazo de los enfermos con mielofibrosis puede crecer hasta alcanzar varias veces su tamaño normal, y en muchos casos provoca malestares en la parte superior izquierda del abdomen y/o dolor en la parte superior izquierda del hombro.

Entre los principales síntomas que suelen presentar los pacientes con mielofibrosis, se destacan:
· Debilidad, fatiga, dificultad para respirar al hacer esfuerzos

· Pérdida de peso

· Sudoración nocturna

· Palidez

· Moretones sin causa aparente; sangrado fácil

· Mayor probabilidad de contraer una infección

· Agrandamiento del hígado, detectable en dos tercios de los pacientes

· Dolor intenso en la parte superior izquierda del hombro (que refleja el dolor referido del bazo, a veces por una circulación sanguínea inadecuada)

Está considerada como una más de las 8 mil enfermedades poco frecuentes descriptas, ya que tiene una incidencia muy baja, estimada en 0,5 y 1 por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, lamentablemente, su pronóstico es desfavorable con limitadas opciones de tratamiento.

Por lo general, los pacientes que no presentan síntomas no son tratados, y la mayor parte se mantiene estable durante años sin necesidad de tratamiento. Sin embargo, en los pacientes sintomáticos, el objetivo de la terapia es reducir el tamaño del bazo, aliviar los síntomas, mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de complicaciones.

Acerca de ruxolitinib 

Ruxolitinib, de Novartis, es un inhibidor oral de las tirosina-quinasas JAK 1 y JAK 2, aprobado recientemente en la Argentina para el tratamiento de pacientes adultos con mielofibrosis, como mielofibrosis primaria, secundaria a policitemia vera o secundaria a trombocitemia esencial. Se encuentra aprobado en más de 45 países, incluyendo Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y otros.

Acerca de Novartis 

Novartis brinda soluciones innovadoras para el cuidado de la salud acordes con las necesidades de pacientes y sociedades. Con su casa matriz en Basilea, Suiza, Novartis ofrece un portfolio diversificado para responder de la mejor manera a estas necesidades: fármacos innovadores con receta; cuidado de la visión; medicamentogenéricos de alta calidad y que ayudan al ahorro de costos; vacunas que contribuyen a la prevención; herramientas de diagnóstico; productos de venta libre para el cuidado de la salud y para la salud animal. Novartis es la única compañía global que ha logrado una posición de liderazgo en estas áreas. En 2012, el Grupo invirtió cerca del 16,4% de las ventas totales en Investigación y Desarrollo. Las compañías del Grupo Novartis emplean aproximadamente a 128.000 personas y están presentes en más de 140 países en todo el mundo. Para más información, puede visitar los sitios www.novartis.com.ar y www.novartis.com

Fuente: Prensa – Novartis.


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