Un equipo de investigación internacional, dirigido por Rajiv Chowdhury de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, revisó y analizó los resultados de los estudios epidemiológicos que analizaron la asociación de arsénico, plomo, cobre, cadmio y mercurio con enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y enfermedad cardiovascular compuesta. El estudio fue publicado en la revista científica The BMJ.
Identificaron 37 estudios diferentes publicados antes de diciembre de 2017 con casi 350.000 participantes. Se informó un total de 13.033 enfermedades coronarias, 4.205 apoplejías y 15.274 resultados cardiovasculares en todos los estudios. La exposición al arsénico se asoció significativamente con un riesgo relativo 23% mayor de enfermedad coronaria y un riesgo relativo 30% mayor de enfermedad cardiovascular compuesta, pero no hubo evidencia de una asociación con el riesgo de accidente cerebrovascular.
La exposición al cadmio y al cobre también se asoció con un mayor riesgo relativo de enfermedad coronaria y enfermedad cardiovascular, mientras que el plomo y el cadmio se asociaron con un mayor riesgo relativo de accidente cerebrovascular (63% y 72%, respectivamente). Por el contrario, no se encontró que el mercurio se asocie con el riesgo cardiovascular.
Los investigadores señalan que su revisión se basó únicamente en datos de observación, que podrían verse afectados por factores no medidos, lo que hace difícil sacar conclusiones firmes sobre causa y efecto.
Sin embargo, dicen que sus hallazgos “refuerzan la importancia (a menudo poco reconocida) de que los metales tóxicos ambientales aumentan el riesgo cardiovascular global, más allá de los roles de los factores de riesgo conductuales convencionales, como el tabaquismo, la mala alimentación y la inactividad”.
Además, dicen que su estudio destaca la necesidad potencial de esfuerzos y estrategias adicionales a nivel mundial “para reducir la exposición humana incluso en entornos donde hay un nivel promedio de exposición relativamente más bajo (como en muchos países occidentales)”.
Y piden un trabajo más detallado “para caracterizar mejor estas asociaciones y evaluar la causalidad”.
En un editorial asociado, la investigadora de la Columbia Mailman School of Public Health Ana Navas-Acien, advierte que aun existen mportantes fuentes de exposición en la actualidad: contaminación generalizada del suelo; reminiscencias de usos pasados (pintura de casas y fontanería de plomo); usos industriales continuos (plásticos y baterías); y presencia en el humo de tabaco, el agua potable y el aire ambiental, y polvo cerca de zonas industriales y de desechos.
Particularmente, en países de bajos y medianos ingresos, incluidos muchos países de África y Asia, la exposición a altos niveles de arsénico y plomo “sigue siendo una grave amenaza para la salud pública que requiere medidas urgentes”.
Además, advierten de que una fuente emergente de metales son los cigarrillos electrónicos, donde la exposición parece ser la bobina de calentamiento, desde donde los metales se filtran al aerosol inhalado.
Fuente: Europa Press