La medicina antienvejecimiento trata de encontrar las terapias hormonales sustitutivas para conseguir un envejecimiento saludable reponiendo las hormonas a nivel fisiológico.
“Dar dosis altas de hormonas puede ser malo, por ejemplo, en el caso de mujeres menopáusicas, ya que puede aumentar el riesgo de cáncer“, comentó José Viña, catedrático de fisiología de la Universidad de Valencia y moderador de la mesa redonda ‘Hormonas en medicina anti-aging’, celebrada en el XV Congreso de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL), en Sevilla.
Para recuperar el equilibrio, a veces perdido en el proceso del envejecimiento, “se está investigando en hormonas que liberan los músculos con el ejercicio y cambian el metabolismo de las grasas”, apunta Viña. Otro campo de acción es el microbioma intestinal y las enfermedades como la diabetes.
Se trata de conseguir tratamientos para evitar la sarcopenia, la pérdida de masa muscular con la edad. Según el experto, para esta patología a día de hoy hay más tratamientos no hormonales, incluido el ejercicio reglado, que tratamientos hormonales; “sospechamos que estos últimos pueden tener más inconvenientes que ventajas, pero es probable que no hayamos encontrado la hormona adecuada a la dosis adecuada”.
Hay muchos déficits hormonales asociados al envejecimiento, a la edad madura tardía, como son la menopausia o las hormonas tiroideas. Viña subraya que “la medicina antienvejecimiento no es para las personas mayores, como la geriatría, es para adultos que se preparan bien para llegar a viejos” y por eso, defiende que “a partir de los 40 hay que ir empezando a controlarse, porque ni todas las hormonas envejecen a la vez, ni todas las personas envejecen al mismo tiempo”.
NIVELES NECESARIOS
Emar F. Vogelaar, del laboratorio Europeo de Nutrientes en Bunnik (Holanda), coincide con Viña en que “la deficiencia o niveles subóptimos de nutrientes esenciales para la vida humana causan todo tipo de síntomas, reducen la calidad y esperanza de vida, al igual que demasiados nutrientes pueden causar toxicidad”, por tanto, para revertir el envejecimiento “es muy importante alcanzar los niveles óptimos, sin embargo cada persona tiene su propio nivel óptimo”.
Por eso, en su opinión, es fundamental medir la presencia de los nutrientes en el cuerpo, como vitaminas (A, D, E, K y del complejo B), ácidos grasos esenciales de cadena larga de la serie omega-3 (como el ácido eicosapentaenoico EPA y el ácido docosahexaenoico DHA), aminoácidos o los semi-esenciales (taurina, glutatión).
Angeli Maun Akey, director médico del Instituto de Medicina Preventiva de Palm Beach, en Florida, ha defendido que “un enfoque integrador es crucial para el éxito en el equilibrio de las hormonas”. En el Congreso también ha revisado las tres principales teorías que explican la etiología del síndrome de ovario poliquístico: la resistencia periférica a la insulina que causa un desequilibrio hormonal; la disfunción HPA que afecta negativamente a la regulación hormonal ovárica; y la disfunción ovárica aislada con o sin defecto suprarrenal.
El síndrome del ovario poliquístico afecta a un 5-10 por ciento de las mujeres en edad reproductiva (algunas estimaciones llegan hasta el 30 por ciento), y es responsable del 75 por ciento de los casos de infertilidad anovulatorios atendidos en las clínicas de fertilidad. El patrón exacto de herencia es multifactorial y hay muchos genes posiblemente asociados.
Fuente: Diario Médico