Silvina, farmacéutica sanjuanina, buscaba cumplir su sueño de ser madre. Estaba con su marido en una lista nacional de adoptantes. Un día recibieron un llamado que los desconcertó: les preguntaron si estaban dispuestos a adoptar a tres hermanitos de 4, 3 y 1 año.
En esta nota comparte el momento de esa gran decisión, la ansiedad de la espera -pandemia de por medio-; la presentación a través de una carpeta viajera, la emoción del primer abrazo, de la primera vez que les dijeron “papá y mamá” y la aventura de construir una familia de un día para otro.
“Están aquí conmigo, así que si escuchás un ruidito, es alguno de ellos que está pidiendo atención”, advierte la Farm. Silvina a través del teléfono. Aclara que prefiere no dar su apellido para resguardar la identidad de los niños, pero tiene muchas ganas de compartir su historia.
“Hacía 16 años que nos habíamos casado con Alberto y esperábamos ser padres. Cuando nos enteramos que no íbamos a lograrlo de forma natural, nos ofrecieron diversos tratamientos, pero no quisimos así. En ese momento, el ginecólogo nos mencionó la adopción, pero uno trae mitos, prejuicios en la cabeza y también desconocimiento, porque la ley de adopción cambió”.
La decisión
“Transcurrió un tiempo hasta que nos decidimos. Después la psicóloga nos explicó que ese tiempo es normal, porque es como un duelo por esos niños que no van a nacer. Es como renunciar de cierta manera a ser padres de forma natural.
Siempre estaba presente la idea de la adopción. Un día empezamos a buscar los requisitos. Nos llamaron del juzgado. Comenzamos con las entrevistas. Completamos una carpeta con las entrevistas psicológicas, un informe de la visitadora social; se van cumpliendo diversos pasos. Te observan y también te sacan los miedos. La verdad es que es un equipo maravilloso el de San Juan. Nos acompañaron, nos asesoraron. Nos ofrecieron libros, ver películas sobre el tema. Nos dieron contención. Nos explicaron que la ley cambió en 2015. Se sabe muy poco al respecto. A partir de esta nueva ley, lo que hacen es preservar siempre a los niños, por supuesto. Entonces, de acuerdo a lo que ellos necesitan, son los postulantes que van a buscar. Ahora se pueden inscribir para adopción mujeres solas, hombres solos, parejas homosexuales. No buscan niños para parejas sino padres para esos niños en situación de adoptabilidad”.
Cambio de idea
“Nosotros queríamos un bebé, como en general sucede con las parejas que buscan cumplir el sueño de ser padres. Un día fuimos a una charla donde había papás adoptivos con sus hijos. Ellos contaban su experiencia. Cuando terminó, un niño levantó la mano y dijo que en el hogar donde él había estado –Silvina se emociona al contarlo- había muchos niños como él, que no eran bebés y que querrían padres como nosotros que estábamos ahí, como postulantes.
A partir de ese momento nos cambió el pensamiento: si bien queríamos un bebé, también podía ser un nene más grande. Entonces cuando nos preguntaron en la carpeta hasta qué edad estábamos dispuestos a recibir un niño, pusimos desde un bebé hasta 5 años, que era la edad de los niños que había en nuestra familia, con los que nos desenvolvíamos bien. También pusimos que podían ser hermanitos, porque si se pone un solo niño, después, si querés adoptar nuevamente, hay que iniciar otra carpeta desde el principio. Entonces pusimos hasta 2. Eso fue con el asesoramiento del gabinete, porque realmente no se nos hubiese ocurrido hacerlo así. El armado de la carpeta fue bastante rápido: desde septiembre hasta diciembre de 2019. Y justo empezó la feria judicial. En febrero nos llamaron. Nos dijeron que habíamos aprobado la carpeta. Teníamos un número, que era un registro nacional, o sea que nos podían llamar de cualquier parte de la Argentina. Y nos preguntaron si estábamos dispuestos a viajar para hacer una vinculación”.
La espera
“A partir de ese día empezamos el embarazo. No sabíamos cuándo iba a nacer. Tenés que informar a la familia, al trabajo que podía suceder la noticia de que en cualquier momento podíamos ser padres. Pero… en marzo comenzó la Pandemia”.
La llamada
“En ese momento se frenó todo. Como todos los farmacéuticos, yo seguí trabajando en la farmacia. Así pasó todo 2020. En 2021, cuando estaba por comenzar la última Fase 1 de aislamiento, nos llaman del juzgado. Nos informan que había tres hermanitos en adopción y nos preguntan si estábamos dispuestos a conocerlos”.
Mitos y miedos
“Nosotros teníamos en la cabeza muchos miedos y creencias, por ejemplo, que luego de cierto tiempo los progenitores se podían arrepentir y te los podían quitar, algunas cuestiones que podían darse con la ley antigua. Pero el equipo asesor nos explicó que con la nueva ley lo primero que se intenta es ver si alguien del entorno familiar puede tener a los niños, tratan de ayudar a los padres a buscar soluciones si tienen algún problema. Cuando ven que nadie accede a cuidarlos, si el progenitor sigue con los mismos comportamientos, los niños son llevados a una residencia e ingresan en situación de adoptabilidad. Recién en ese momento el juez comienza a buscarles una familia”.
“Nos avisaron de estos tres hermanitos que estaban en el hogar. En ese momento tenían 4, 3 y 1 año casi 2. Por supuesto que dijimos que sí. Ahí comenzó todo”.
La carpeta viajera
“Tuvimos que esperar que pasara la Fase 1 de aislamiento por COVID-19 en la provincia. Teníamos una ansiedad terrible. Esperamos dos semanas eternas. No sabíamos si había sido un
sueño o era real porque como estábamos en pandemia, nadie nos hablaba. Hasta que un día nos llamaron.
Como la vinculación tenía que ser muy paulatina, y con los cuidados con la pandemia, empezamos a vincularnos primero a través de una carpeta.
En esa carpeta viajera les contamos de nosotros, dónde trabajábamos, qué nos gustaba hacer. Les contamos sobre nuestro perrito, les mandamos fotos de nuestra casa. La psicóloga les mostraba la carpeta. Ellos nos mandaron fotos. Nos contaron sobre ellos. Después grabamos un video preguntándoles si querían salir a pasear con nosotros. El más grande, que era el que dirigía la batuta, contestó que sí. Hacía mucho frío, pero dijo que le gustaría ir a tomar un helado. Así que fuimos a buscarlos a la residencia. Fuimos al parto”.
El primer abrazo
“El día de nuestro encuentro habíamos leído que nos teníamos que agachar para que no nos vieran altos y se asustaran. Así que estábamos agachados esperándolos. Por el pasillo largo se escuchaban acercarse los pasitos de los tres. Cuando aparecieron, venían de la mano. Corrieron hacia nosotros y nos abrazaron.
Fue inexplicable lo que sentí. Yo creo que es la sensación de cuando apoyan al niño por primera vez en el pecho de la madre. Imagino que debe ser esa emoción.
En la plaza, ese mismo día que nos conocimos, el más grande le preguntó a mi marido si le podía decir “papá””.
El nacimiento de la familia
“En el living tenemos la foto que nos sacó la psicóloga de cuando nos conocimos. Cuando pasan por ahí se quedan y la miran. Saben que ese fue el momento en que nos conocimos y que nació nuestra familia.
El más chiquito, que es el que menos recuerda, está preguntando si estuvo en mi panza. La psicóloga me está ayudando mucho para darle respuesta. Me va tirando tips de cómo tratar el tema, porque para mí también es muy fuerte. No hay que mentirle, pero tampoco le quiero hacer daño, así que inventamos un cuento de que él, como era muy travieso de chiquitito, estuvo escondido en otra panza y ese día de la foto fue cuando lo encontramos. Así él se ríe y distendemos ese momento de tensión. Me costó mucho. Le conté ese cuento entre lágrimas. Pero él necesitaba escucharlo de mi voz. Necesitaba que yo se lo confirmara”.
La aventura
“El 26 de junio hizo tres años que están con nosotros. La etapa de vinculación la hicimos un ratito todas las tardes, durante el horario de la siesta. Nos fuimos vinculando durante diez días hasta que el 26 quisieron quedarse en casa. No teníamos nada: ni camitas para ellos. La bondad de toda la familia y nuestros amigos, de los colegas del Colegio de Farmacéuticos de San Juan hizo que recibiéramos rápidamente camas, colchones, acolchados, ropita, juguetes, todo.
Ese día se quisieron quedar y ya no quisieron volver más a la residencia.
Después de unos días los llevamos para que hablaran con la psicóloga. Ella les hizo dibujar una cara y ellos la hicieron feliz. Eso significaba que así se sentían ellos”.
“Ahí comenzó la aventura de la vida en familia. Ellos enseguida aprendieron los nombres de todos los integrantes de la familia. Ya nos decían “papá” y “mamá”. También a los abuelos y primos. Fue mágico.
Le buscamos un nuevo colegio al mayor. Ya no quería ir a uno que quedaba enfrente del hogar porque le traía recuerdos y miedo de que lo dejáramos ahí.
Ahora no imaginamos la vida sin ellos. No nos acordamos cómo éramos antes y desde ese momento en adelante resolvemos todo en familia y con amor.
Con esta entrevista quiero animar a quienes lo estén pensando, a que adopten, que no tengan miedo. Es un trámite largo, hay que esperar un tiempo para la adopción plena, pero creo que es el necesario. Porque después en la vinculación comienza esta aventura. Nosotros previo a todo esto, teníamos la vida ordenada, la casa impecable, todo en su lugar. Y de repente tres personitas nos pintaron la casa de colores, de cosas hermosas, pero también fue encontrarnos a nosotros, después de 16 años solos, siendo de pronto padres de tres niños con sus necesidades. Dos venían con pañales. Nos sucedía por ejemplo, que subíamos al auto para ir de paseo y sentíamos olor, había que bajarse a cambiar pañales. O había que atender al mismo tiempo a uno que jugando se cayó y se golpeó la cabecita, a la otra que lloraba porque se había hecho caca y al otro que pedía agua. Esas experiencias fueron haciendo lo que somos ahora, una familia “de toda la vida”.
“Por suerte luego conseguí trabajo en una farmacia donde priorizan mucho mi maternidad, porque si bien desde chica quería ser farmacéutica, siempre quise ser madre. Y ahora que lo soy, no me quiero perder nada. En la farmacia colaboran mucho conmigo y me ayudan a que pueda ejercer la maternidad sin culpa. Así nos vamos acoplando como familia, vamos creciendo y aprendiendo”.
Nuevo DNI
“Es increíble ver la sonrisa del más chiquito cuando se despierta. Las caricias de la nena cuando jugamos a maquillarnos. Son los tres hermosos hijos. El más grande cuida a sus hermanitos. Se hizo cargo de ellos desde muy chiquito. Todo lo que vivió lo llevó a ocupar lugares que no le correspondían al ser un niño. A sus 7 años parece mucho más grande”.
“El momento en que les dimos nuestros apellidos fue muy fuerte. Fue una sorpresa muy grande para el mayor, que ya sabía leer. Vio el DNI y fue increíble verle la carita, el brillo en sus ojos…
Ya tenemos la adopción plena. Son nuestros hijos”.
El camino de la vida
“Lo que vivieron es parte de su pasado, de su identidad. Ellos saben que somos familia gracias a la adopción. Queremos darle a cada uno las herramientas necesarias para desenvolverse en la vida. Como todos los padres, queremos que sean felices!!!”.