Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y del Hospital Brigham and Women’s de Boston crearon un sistema de liberación de fármacos y lo han probado con éxito en cerdos.
La investigación está dirigida por Giovanni Traverso, gastroenterólogo del Brigham and Women’s, que estudia desde hace años en nuevas fórmulas de administración lenta de fármacos junto al grupo de Robert Langer, del MIT. Entre los medicamentos que ya han probado –siempre en el terreno experimental-, se encuentran tratamientos para la malaria, el virus del sida y, más recientemente, una insulina oral.
La píldora anticonceptiva que proponen en este último trabajo se presenta en una cápsula revestida de gelatina. La cápsula se traga y, una vez en el interior del estómago, se despliega y adquiere la forma de una estrella de seis brazos. Cada uno de ellos contiene una cantidad de levonorgestrel (el fármaco anticonceptivo) que, dependiendo de la concentración de polímero con la que esté en contacto, se libera a mayor o menor velocidad.
El dispositivo está fabricado con materiales que puedan mantenerse en el estómago entre tres y cuatro semanas. De hecho, en el artículo, cuyo primer firmante es el científico postdoctoral del MIT Ameya Kirtane, explican que lo probaron en medios que simulaban la acidez de los fluidos gástricos y así dieron con dos tipos de poliuretano muy resistentes.
Al administrar la cápsula a los cerdos, cuyo sistema digestivo guarda cierta similitud con el humano, vieron que la liberación del fármaco se mantenía constante durante 29 días. Las concentraciones en sangre de la píldora fueron parecidas a las registradas cuando se administraba cada día.
Acceso a la planificación familiar
Según destacan Traverso y Langer, su hallazgo sería de especial utilidad para los más de 200 millones de mujeres en edad reproductiva de países en vías de desarrollo, donde hay un acceso limitado a fórmulas contraceptivas cómodas y eficaces.
La perspectiva de este avance desde un sistema sanitario sólido, como el español, es bien diferente. Juan José Vidal, director de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, en Madrid, recuerda que los embarazos por olvidos de píldoras entre las mujeres españolas son muy infrecuentes. También comenta la posibilidad de utilizar otros anticonceptivos hormonales, “como los anillos vaginales y los parches mensuales o las inyecciones trimestrales, entre otros, que permiten espaciar las dosis durante semanas”. Eso sí, no son orales, admite. Con esa vía de administración, hay preparados que permiten dosis diarias durante tres meses seguidos de otros tres sin tomarla o “de descanso”.
Desde el punto de vista de la seguridad, el ginecólogo recuerda que el levonorgestrel es un gestágeno que no se asocia con riesgo de trombos, “lo que permite su administración diaria, sin necesidad de parar una semana”. En la píldora con estrógenos y progesterona sí hay que dejar esa semana de descanso. “De esta forma, se tiene la regla, algo que las mujeres, en general, prefieren mantener”, matiza.
Para Luis Bujanda, presidente de la Asociación Española de Gastroenterología, estos sistemas de liberación son “una idea innovadora, que aportan como principal ventaja, la comodidad del paciente”. No obstante, considera que se trata de “un modelo investigado en animales de laboratorio y creo que todavía está muy lejos de la práctica clínica”.
Entre las dificultades que habrá que superar para que finalmente llegue al paciente, Bujanda resalta la de ingerir la cápsula si es de gran tamaño, así como mayores costes de diseño y producción de estos fármacos. Además, alude a los posibles riesgos del dispositivo tal como está diseñado: “¿Qué pasaría si la cápsula no se disuelve y pasa rápidamente al intestino delgado, donde se despliegan las aspas y se bloquea?”, se pregunta. Junto a posibles obstrucciones intestinales, plantea la posible aparición de “efectos irritativos en el propio estómago o problemas de retención en pacientes con problemas de vaciado gástrico o hernias de hiato”. Por todo ello, considera importante “compararlo con otros dispositivos de liberación prolongada, primero en cerdos y luego en humanos”.
Con el objetivo de responder a estas y otras cuestiones, los investigadores estadounidenses confían en iniciar pronto nuevos estudios con modelos animales y así avanzar en el desarrollo de este dispositivo.
Fuente: Diario Médico – España |
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