Dos estudios analizan la modulación de la vasopresina en pacientes, niños y adultos, con trastorno del espectro autista (TAE) y apoyan la investigación en esta posible diana terapéutica.
Los resultados de dos ensayos clínicos sugieren que la modulación de la hormona vasopresina puede mejorar algunos rasgos de la sociabilidad asociados al trastorno del espectro autista (TEA). Lo curioso es que cada investigación prueba una estrategia opuesta: en uno de los ensayos, se elevan los niveles de la vasopresina en los pacientes y en el otro, se bloquean. La conclusión de estos resultados aparentemente contradictorias es que la vasopresina parece ser una diana prometedora para desarrollar nuevas terapias frente al TEA.
En trabajos previos de investigación básica, se habían recabado bastantes evidencias sobre cómo la vasopresina parece regular el comportamiento social en los mamíferos, pero sin llegar a determinar el funcionamiento concreto del péptido. En experimentos con roedores, el bloqueo de la hormona en el cerebro anulaba la atracción hacia una pareja; sin embargo, en otros trabajos con determinados tipos de hámster asociales, la inyección de vasopresina en el cerebro masculino estimulaba la agresividad. Hay múltiples trabajos peclínicos y clínicos que muestran el vínculo de la vasopresina, y su asociación con la oxitocina, al comportamiento social en animales y humanos.
También recientemente, neurocientíficos de la Universidad de Stanford, en Palo Alto, comprobaron que los monos menos sociables presentaban menos cantidad de vasopresina en el líquido cefalorraquídeo, y esta constatación la reprodujeron en un grupo de niños con TEA.
Trastorno del espectro autista en niños
Ahora, en un nuevo estudio, este grupo de neurocientíficos, encabezados por Karen Parker, administraron a 17 niños con autismo, de entre 6 y 12 años, vasopresina mediante un spray nasal durante cuatro semanas. Compararon los resultados con otro grupo de 13 niños con TEA, que recibieron placebo. Los niños que recibieron la vasopresina mostraron una mejoría significativa en las escalas que medían su sociabilidad.
Además, los niños tratados exhibieron mejoría en la comunicación social según la evaluación de los clínicos. Pudieron interpretar mejor los estados emocionales y mentales de los demás y reconocer caras en las pruebas que les realizaron. El tratamiento con vasopresina también redujo otros síntomas de TEA como la ansiedad, y además, fue bien tolerado.
Los niños que tenían mayores niveles de la hormona en sangre antes de iniciar el estudio fueron los que más se beneficiaron del tratamiento. Para los investigadores esto puede significar que se precisen dosis altas de la hormona o un tratamiento más largo para alcanzar el máximo beneficio. O bien, especulan, que la vasopresina en sangre sea un marcador de algún rasgo aún desconocido que favorece la mejoría con el tratamiento.
Estrategia opuesta: bloqueo de la vasopresina
En otro de los estudios, llevado a cabo por investigadores de la compañía farmacéutica Roche, en Basilea, y que también se publica en Science Translational Medicine, la estrategia era justo la opuesta: analizaron, en un grupo de 223 varones adultos con TEA, el bloque de la hormona mediante la administración de balovaptán, un inhibidor oral del receptor de la vasopresina.
Aquí la hipótesis se basaba en que si bien muchos pacientes con TEA tienen problemas a la hora de compartir el afecto o interpretar las emociones, en ocasiones experimentan respuestas emocionales hiperintensificadas, lo que también redunda negativamente en la sociabilidad.
Los investigadores dividieron a los pacientes en cuatro grupos y administraron una de tres dosis de balovaptán o placebo diariamente durante 12 semanas. No observaron ninguna mejora en el criterio de valoración principal del ensayo, que estaba medido por la Escala de respuesta social (SRS). Sin embargo, los autores observaron que los dos grupos de pacientes que recibieron las dosis más altas (un total de 116 participantes) mostraron mejoras en otra escala que evalúa la socialización, el comportamiento adaptativo y las habilidades de la vida diaria en comparación con la cohorte tratada con placebo (75 pacientes). Estos hallazgos cumplieron con el criterio de valoración secundario del estudio.
La administración de balovaptán fue tolerado y no planteó problemas de seguridad, destacan los investigadores.
Los autores de ambos estudios razonan sobre estos resultados que los pacientes incluidos en sendos trabajos pueden ser muy diferentes, y que quizá la administración de la vasopresina resulta beneficiosa para determinados pacientes con TEA mientras que en otros es preferible bloquearla. En cualquier caso, ambos estudios invitan a investigar esta diana terapéutica.
Fuente: Diario Médico – España