El equipo dirigido por Gautam Dantas, de la Universidad de Washington en la Escuela de Medicina de Saint Louis, Missouri, examinó como estos microbios son capaces de descomponer la penicilina a fin de usar algunas de sus partes como sustento.
Entender este proceso ayudará a combatir, mediante el desarrollo de nuevos fármacos, la propagación de las bacterias resistentes a los antibióticos, que ponen en peligro la salud de los animales y las personas.
Los autores explican que existen microbios que sobreviven en presencia de antibióticos, por ejemplo los que habitan en suelo contaminado, y son capaces de propagarse con facilidad.
Otros microbios llevan además esta habilidad “más allá” al utilizar estos antibióticos como alimento.
El equipo estadounidense identificó las enzimas y los genes que permiten a estas bacterias que viven en lodazales descomponer la penicilina en partes que pueden utilizar para nutrirse.
Los científicos comprobaron que, primeramente, las bacterias inactivan la penicilina a través de la enzima B-lactamatosa, una estrategia común entre los microbios.
Sin embargo, estas bacterias “comedoras de antibióticos” cuentan además con unas enzimas especiales que les ayudan a descomponer aún más la penicilina, a fin de aprovechar ciertas partes como “combustible”.
Los autores concluyen que las enzimas y genes identificados en este estudio podrían emplearse para sintetizar nuevos antibióticos, limpiar terrenos y áreas contaminadas y detectar de forma temprana la propagación de la resistencia a antibióticos. |