La diferencia de expresión de las proteínas hnRNPs puede derivar en una disfunción de uno de los tipos de células de la glía con gran influencia sobre la actividad de las neuronas |
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Un solo gen puede dar origen a distintas proteínas de acuerdo con las necesidades del momento y con los estímulos ambientales del organismo humano. A tal fin, el ARN mensajero –una molécula que es expresada por el gen y que posteriormente se transcribe como una proteína– pasa por un proceso de “edición” (splicing) dentro en el núcleo celular. Este procesamiento está a cargo de un complejo proteico conocido como espliceosoma. Y consiste en remover de la molécula precursora del ARN mensajero los llamados intrones (fragmentos que no contienen información necesaria para la producción de proteínas) y unir los exones (las partes codificantes del código genético). La proteína formada al final del proceso dependerá del montaje de los exones que produzca el espliceosoma. Un estudio brasileño que contó con el apoyo de la FAPESP y que se dio a conocer recientemente en la revista Molecular Neuropsychiatry sugiere que esta maquinaria celular de procesamiento del ARN mensajero puede estar alterada en pacientes con esquizofrenia. Según los autores, este defecto presente en el espliceosoma podría constituir la génesis de buena parte de las alteraciones cerebrales que se observan en los portadores de esta enfermedad. “Una alteración en el sistema de procesamiento del ARN mensajero podría comprometer la expresión de innumerables proteínas, muchas de las cuales cumplen papeles claves en procesos biológicos importantes como el del metabolismo de los ácidos nucleicos, generando así un efecto cascada. Pero esto es algo que aún deberá confirmarse en estudios futuros”, dijo Daniel Martins-de-Souza, docente del Instituto de Biología de la Universidad de Campinas (IB-Unicamp), en Brasil, y coordinador de la investigación. La hipótesis que planteó el grupo de Martins-de-Souza se basa en el análisis del tejido cerebral post mortem de 12 pacientes con esquizofrenia y de ocho personas sin enfermedad mental (el grupo de control). Este trabajo se enfocó en dos regiones cerebrales que en estudios anteriores aparecen morfológicamente y funcionalmente alteradas en portadores de la mencionada enfermedad: el lóbulo temporal anterior y el cuerpo calloso. “El lóbulo temporal anterior está involucrado en el procesamiento auditivo y visual. Por eso tiene una importante relación con los síntomas de la psicosis y en las alucinaciones. En tanto, el cuerpo calloso es la región del cerebro que contiene una mayor cantidad de células de la glía [astrocitos, microglías y oligodendrocitos]. En trabajos anteriores, demostramos que pacientes con esquizofrenia exhiben disfunciones en los oligodendrocitos”, comentó Martins-de-Souza. Tal como explicó el investigador, los oligodendrocitos son las células encargadas de la producción de mielina, una sustancia lipídica fundamental para el intercambio de información entre neuronas. Estudios de imágenes realizados durante la década pasada demostraron que el cerebro de los portadores de esquizofrenia posee una cantidad reducida de oligodendrocitos cuando se lo compara con el de personas sanas. En 2005, el grupo de Martins-de-Souza indicó que algunas proteínas producidas por los oligodendrocitos –particularmente aquéllas que forman parte de la familia hnRNP (ribonucleoproteínas nucleares heterogéneas, por sus siglas en inglés)– también aparecían con la expresión alterada en esos pacientes. “Estudios posteriores llevados a cabo por otros grupos con base en nuestros hallazgos demostraron en modelos animales y celulares que la alteración en las hnRNPs interfiere efectivamente en el proceso de mielinización de las neuronas, y puede perjudicar la conectividad cerebral. Por eso decidimos estudiar mejor el rol de estas proteínas nucleares en la enfermedad”, explicó Martins-de-Souza. Las proteínas del núcleo Despliegues Puede leerse el artículo intitulado The Nuclear Proteome of White and Gray Matter from Schizophrenia Postmortem Brains en el siguiente enlace: karger.com/Article/Abstract/477299. Fuente:
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