Investigadores del Centro Nacional para el Avance de las Ciencias Aplicables de los Institutos Nacionales de Salud (NCATS, por sus siglas en inglés) y la Facultad de Medicina de la Universidad de Nevada (UNR Med, por sus siglas en inglés), en Reno, Estados Unidos, han demostrado que un medicamento originalmente dirigido sin éxito para tratar el cáncer puede tener una nueva vida como potencial tratamiento para la Distrofia Muscular de Duchenne (DMD).
El fármaco candidato, SU9516, representa un tipo diferente de enfoque para el tratamiento de la DMD, una enfermedad degenerativa del músculo que, por lo general, comienza en la infancia y no tiene cura conocida. Es causada por un gen defectuoso que conduce a la debilidad muscular progresiva, con la muerte que sucede a menudo alrededor de los 25 años. En lugar de intentar arreglar o reemplazar el gen roto, SU9516 aumenta el proceso de reparación muscular, ayudando a reforzar la estructura muscular.
El jefe de la División de Actuación del Centro de Genómica Química de la NCATS, Juan Marugan, y el profesor de Farmacología de UNR Med Dean Burkin, dirigieron un equipo que examinó más de 350.000 compuestos para encontrar SU9516, que había sido previamente desarrollado como un tratamiento para la leucemia.
La investigación demostró que este compuesto mejora la función muscular tanto en modelos de DMD de laboratorio como en animales. Los resultados, publicados recientemente en ‘Molecular Therapy’, pueden proporcionar un enfoque prometedor contra el trastorno y otras enfermedades de desgaste muscular.
Aquellos con DMD carecen de distrofina, una proteína similar a un amortiguador molecular que ayuda a mantener las células musculares intactas. Sin distrofina, los músculos son frágiles y se dañan fácilmente, por lo que las personas pierden fuerza muscular y la capacidad de reparar el tejido muscular dañado. La mayoría mueren por problemas cardiacos o respiratorios. “Nuestros descubrimientos abren la puerta para desarrollar nuevos tratamientos farmacológicos para la DMD”, afirma Marugan.
En investigaciones anteriores, Burkin, autor principal del estudio actual, y sus colaboradores mostraron que aumentar los niveles de una proteína estructural celular, la integrina alfa7beta1, en las células musculares afectadas podría aliviar los síntomas de la DMD en un modelo de ratón. Además, elevar las cantidades de la proteína retrasó el progreso de la enfermedad.
MEJORA LA FUNCIÓN MUSCULAR Y RALENTIZA LA PROGRESIÓN DE LA ENFERMEDAD
Burkin y sus colegas de la UNR Med colaboraron con los investigadores de NCATS, incluyendo los líderes del equipo Marc Ferrer y Noel Southall, para examinar una gran colección de compuestos para moléculas que podrían incrementar la producción de la integrina alfa7beta1 en células musculares de ratón cultivadas en el laboratorio. El cribado reveló que SU9516 elevó la producción de integrinas y promovió la formación de células musculares y fibras de las células madre del músculo DMD, otra importante indicación de su potencial como fármaco.
En una serie de experimentos preclínicos, los investigadores demostraron que SU9516 aumentó la producción de integrina alfa7beta1 en células musculares DMD humanas y de ratón. Las pruebas posteriores encontraron que SU9516 mejoró la función muscular y ralentizó los indicadores de progresión de la enfermedad.
Burkin sugiere que dicho fármaco podría usarse solo, o en combinación, con otras terapias aún por desarrollar y podría aplicarse a otras patologías de daño muscular, como la caquexia, un síndrome de desgaste caracterizado por pérdida de peso y atrofia muscular que se observa a menudo en las últimas etapas de los cánceres, y los efectos del envejecimiento y las lesiones.
“La integrina estabiliza la estructura muscular y ayuda a estimular la reparación y regeneración muscular –afirma Burkin–. Si podemos aumentar artificialmente su producción con fármacos, creemos que puede ayudar a proteger las células musculares de los daños”.
El equipo NCATS-UNR Med planea trabajar con químicos medicinales para que la molécula sea más específica para la DMD, al tiempo que se eliminan los componentes anticancerosos tóxicos, creando una versión más segura con el objetivo de futuras pruebas en pacientes.
Fuente: El Economista – España