Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) patentaron una tecnología de cristalización de proteínas en hidrogeles que permite obtener cristales de proteína que presentan una mayor estabilidad. “Es potencialmente aplicable a un gran número de biofármacos y puede ser adaptable a distintas necesidades variando la composición del hidrogel”, ha explicado a Diario Médico Juan José Díaz y Luis Álvarez, del Departamento de Química Farmacéutica y Orgánica de la UGR.Por tanto, posibilita la producción de nuevas fórmulas farmacéuticas más eficaces, estables y de acción prolongada, que mejoran la calidad de vida del paciente, por ejemplo, reduciendo el número de aplicaciones o facilitando su almacenamiento.
En los últimos años, ha habido un aumento del número de proteínas terapéuticas que se usan para el tratamiento de distintas enfermedades. Sin embargo, la compleja estructura de las proteínas hace que estos compuestos sean difíciles de estabilizar y administrar, limitando tanto su vida media como su efecto terapéutico. En este sentido, estos investigadores han buscado una solución alternativa a este problema que aúna tecnologías ensayadas ya anteriormente pero de forma separada, como el empleo de geles para aumentar la estabilidad o el uso del estado cristalino para controlar la biodisponibilidad.
Más estabilidad
“Nuestra tecnología se basa en la producción de formulaciones compuestas gel/proteína-cristalina, de forma que no sólo mejoran la estabilidad de la proteína terapéutica, sino que además podemos ejercer cierto control sobre la velocidad de administración”, ha indicado José Antonio Gavira, del Laboratorio de Estudios Cristalográficos (CSIC-UGR).
Se genera una fórmula farmacéutica biocompatible y que puede ser directamente administrada al paciente por las vías de administración habituales para este tipo de fármacos.”Esta mejora en la efectividad se consigue al obtener proteínas que presentan una mayor estabilidad y vida media al haber sido convertidas a cristales”.
Otras estrategias
Para solventar estos problemas de estabilidad se emplean dos estrategias distintas para obtener proteínas que posean una mayor vida media. Estas estrategias son, por un lado, obtener nuevos derivados proteicos mediante ADN recombinante que posean cambios en su estructura primaria que originen derivados más estables; y, por otro, modificar químicamente la proteína uniéndole distintos polímeros como polietilenglicol, polisacáridos o lipopolisacáridos, con el objetivo de aumentar su volumen hidrodinámico, disminuir su filtración glomerular y prolongar su vida media.
“Aunque ambas estrategias han demostrado ser efectivas y se comercializan biofármacos obtenidos mediante estos procedimientos -comenta Álvarez-, no son técnicas fáciles de llevar a cabo y, en algunos casos, estas modificaciones en la proteína pueden originar una reducción de su actividad e incluso toxicidad”.
Precisamente, “nuestra tecnología -ha detallado Gavira- no se centra en modificar genética o químicamente a la proteína, por eso su actividad y seguridad no se ven alteradas, sino que realizamos un cambio en su estado al transformarla en cristales”. A lo que ha añadido: “A día de hoy, la única proteína terapéutica que en algunos casos se administra en forma de cristal es la insulina, aunque al no ser cristalizada en geles sus propiedades difieren sustancialmente”.
A diferencia de los dos métodos de estabilización de proteínas comentados anteriormente, “nuestra tecnología es potencialmente aplicable a multitud de proteínas de una manera más versátil y fácil, obteniendo proteínas estabilizadas sin la necesidad de modificar su estructura, actividad o toxicidad”, ha matizado los investigadores.
El desarrollo permite reducir el número de aplicaciones de un biofármaco y mejora su almacenamiento
Estudio
La tecnología se ha aplicado con éxito a la insulina, obteniendo un nuevo fármaco de insulina que presenta una mayor vida media y estabilidad que la insulina control según ensayos en ratas.
Financiación
Los científicos han recibido una ayuda de la Fundación La Caixa (programa ‘CaixaImpulse’) y del Instituto Europeo de Tecnología (EIT-Health) para acelerar la transferencia al mercado.
BENEFICIARIOS
Los beneficiarios últimos son los pacientes que han de tratarse con proteínas terapéuticas, las compañías que desarrollan fármacos de este tipo y los servicios de salud.
Fuente: Diario Médico |