La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó en la Argentina la indicación de secukinumab para el tratamiento de la artritis psoriásica y la espondilitis anquilosante, dos patologías crónicas, inflamatorias, debilitantes y dolorosas.
Se trata de un anticuerpo monoclonal totalmente humano, de tipo biológico, que actúa inhibiendo la acción de la interleuquina 17- A, una proteína, que actuando como un mensajero químico, tiene un papel fundamental en los procesos inflamatorios en personas normales y su sobreexpresión está asociada a enfermedades inflamatorias crónicas e inmunopatologías severas. Este medicamento ya había sido aprobado en nuestro país para el tratamiento en primera línea de psoriasis en placas moderada a severa.
Enrique Soriano, Jefe Sección de Reumatología del Servicio de Clínica Médica del Hospital Italiano, opinó que “Un porcentaje importante de pacientes no responde a las terapias actuales, por lo que la aprobación de un nuevo tratamiento brinda nuevas esperanzas y expectativas”, remarcó Soriano. .
Entre las investigaciones que respaldan el uso de la nueva medicación se encuentra un estudio liderado por Pieter Baeten de la Universidad de Ámsterdam, publicado en la revista New England Journal of Medicine, que concluyó que una dosis de 150 mg subcutánea de secukinumab obtuvo reducciones significativas en los signos y síntomas en pacientes con espondilitis anquilosante a la semana 16.
La artritis psoriásica es una afección autoinmune que compromete a las articulaciones, y que se manifiesta con la inflamación y dolor de las mismas. Si no se trata de manera efectiva, puede llevar a daño irreversible en las articulaciones. En casi todos los casos, está ligada a la psoriasis, afectando a cerca del 30 por ciento de los pacientes con esta enfermedad, lo que implica unas 240 mil personas en Argentina, ya que se estima que hay en nuestro país unas 800 mil personas con psoriasis.
En la gran mayoría de los casos, se manifiesta después de la psoriasis, aunque también puede aparecer antes de que la piel muestre signos de psoriasis. Las articulaciones que afecta con mayor frecuencia son las de los dedos de las manos y pies, aunque también, en muchos casos severos, puede presentarse en otras articulaciones, como las de la columna vertebral. Se presenta con dolor y rigidez, empeorando notablemente la calidad de vida de los pacientes.
Tanto por las limitaciones físicas del paciente como por la pérdida de productividad que conlleva esta enfermedad si no es tratada, esta condición puede tener consecuencias negativas sobre la economía del paciente, ya que le es dificultoso conseguir empleo. Acerca de la concientización a la población, Soriano destacó que “es importante que los pacientes sepan que hay tratamientos efectivos, que el tratamiento precoz mejora el pronóstico y que deben ser seguidos en forma conjunta entre un dermatólogo y un reumatólogo”.
Por su parte, la espondilitis anquilosante es una enfermedad que también afecta a las articulaciones, en especial a las de la porción inferior de la columna vertebral. Genera fuertes dolores y limitación en los movimientos, que pueden desencadenar en efectos irreversibles. Con el paso del tiempo y la progresión de la afección, estas vértebras se fusionan. Además, puede afectar a las articulaciones de los miembros, las del esternón con las costillas y puede producir inflamación en los ojos.
La espondilitis anquilosante se diagnostica por la presencia de dolor lumbar inflamatorio, de más de 3 meses de evolución, asociado a la presencia de hallazgos característicos en la radiografía de la pelvis y la presencia frecuente de un factor genético (gen HLA- B27), así como también otras manifestaciones clínicas frecuentes, como la inflamación de una porción del ojo (uveítis) o de una parte de los ligamentos o tendones.
Esta patología suele tener un impacto considerable en la calidad de vida del paciente. Pueden debilitarse los músculos y entumecerse las articulaciones debido a la falta de actividad. El síntoma más importante es el dolor lumbar inflamatorio, habitualmente crónico, que no mejora o empeora con el reposo.