La mercantilización de la salud es proyecto de ley en la Ciudad

Compartir

Un proyecto de ley del legislador macrista Rebot busca permitir la comercialización de medicamentos de venta libre en las góndolas de las farmacias. ¿Qué concepción de la salud se pone en juego en este proyecto? ¿Es lo mismo hablar de un mejor acceso a los medicamentos que hablar de una mejor calidad en la salud?

En el 2013 el Ministerio de Salud de la Nación a través de la Resolución 1632 limitaba los productos que podían ser vendidos por las farmacias, acotándolos a medicamentos, productos de higiene, de estética, productos profilácticos, desinfectantes e insecticidas. Esta medida, que debía entrar en vigencia en marzo de 2014, afectaba a las cadenas polirubro, principalmente Farmacity. Sin embargo en marzo de este año el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires promulgó los decretos 41/14 y 98/14 estableciendo su jurisdicción sobre las farmacias de la Ciudad, permitiendo de esta manera el funcionamiento de las farmacias “poli-rubro” y la venta de sus productos.

Un nuevo capítulo de esta historia aparece con el proyecto de ley presentado por el legislador macrista Helio Rebot. Con el objeto de mejorar el acceso a la población de los medicamentos- particularmente los de venta libre- el proyecto de ley dispone que “el expendio de los medicamentos de venta libre podrá realizarse en exhibidores o mostradores de autoservicio dentro de las Farmacias, de acceso directo del usuario, sujeto a la disponibilidad del farmacéutico” y contempla a su vez la modalidad de envío a domicilio de medicamentos de venta libre.

¿Qué supone que los medicamentos de venta libre se exhiban en góndolas de autoservicio? Lejos de un mejor acceso y calidad a la salud de la población, asistimos en las últimas décadas a un proceso de mercantilización de la salud, en donde el medicamento, desde una bayaspirina a un antigripal, ocupa el mismo lugar que una gaseosa, un gancho para el pelo, o ropa interior.

La salud y la enfermedad se convierten en un negocio que puede generar un lucro y los medicamentos en una mercancía más que se exhibe en el mercado. En este sentido la industria farmacéutica, lejos de ser un actor neutral, ocupa un rol central dentro de la “economía política de la medicina”.

Es peligroso simplificar el consumo de medicamentos de venta libre sin entender las relaciones sociales en las cuales se inscriben. Pensar que la cafiaspirina simplemente te saca el dolor de cabeza o que el ibuprofeno te quita los dolores musculares, no permite concebir los determinantes sociales de los procesos de salud-enfermedad, las causas más profundas, las condiciones materiales de existencia, que explican las problemáticas relacionadas con la salud. La alimentación, la educación, los ingresos familiares son factores que influyen más que el consumo médico en la tasa de mortalidad.

El predominio de la industria farmacéutica indica el predominio de las actividades curativas respecto de las preventivas. Un modelo curativo supone en los hechos el incremento de la medicamentación, de la polifarmacia, lo que favorece la reproducción de la “industria de la salud”. El costo de estas actividades curativas ocupa una parte importante del PBI de los países latinoamericanos. El saldo que nos queda es un alto nivel de consumo médico que sin embargo no genera mejoras en el nivel de salud de la población.

Cuando salió la Resolución 1632, Farmacity apareció en los medios con una serie de publicidades que compartían el slogan “la salud se contagia”, posicionándose a través de su blog de la siguiente manera: “Farmacity es una empresa enfocada en la salud y el bienestar de la comunidad. Por eso, implementó un modelo de farmacia moderno, innovador y exitoso a partir de experiencias y ejemplos de otros países que adaptó a la realidad local y al gusto y las necesidades de las familias argentinas”.

Vivimos en una sociedad de consumo y a una sociedad de consumo le molesta cualquier restricción legal impuesta a la libertad de elección, lo que perturba a Farmacity es la puesta por fuera de la ley de los posibles objetos de consumo. Farmacity les ofrece a los consumidores la posibilidad de elegir entre una bayaspirina, un chocolate o una colita de pelo, estos productos aparecen como mercancías que satisfacen el deseo de consumo.

El marketing farmacéutico que practican empresas como Farmacity, tienen como objetivo moldear la opinión del público para maximizar sus ventas y facilitar la introducción de sus productos en el mercado. La salud que dicen defender, es una salud centrada en el consumo y en la necesidad del medicamento, reduciéndola a un puro síntoma. La salud se convierte en un objeto de consumo, una mercancía fabricada por los laboratorios farmacéuticos. Sin embargo como vimos, el consumo de medicamentos por un lado y la salud y el bienestar de la población por el otro no guardan una relación directa.

Esta concepción de la salud como mercancía se enmarca en una serie de políticas del Gobierno de la Ciudad de tinte neoliberal, haciéndole un guiño a la lógica de mercado. El actor más beneficiado por este proyecto de ley es Farmacity una empresa que tiene actualmente 198 farmacias en 14 provincias, logrando un alto grado de concentración del mercado y manejo de precios.

Este proyecto de ley enfrenta la oposición de las farmacias tradicionales, de los grandes laboratorios y también de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) que se pronunció al decir “consideramos como profesionales de la salud, que este proyecto es un nefasto intento de hacer negocios con la salud de las personas, que finalmente traerá graves consecuencias sanitarias y también económicas, como el aumento de los costos del sistema público por internaciones, consultas y nuevos tratamientos”.

A su vez Miguel Lombardo el presidente de la Federación Argentina de Cámaras de Farmacias (FACAF) sostuvo que “parecen que quieren retornar los nuevos ‘vendedores de salud’ como si se tratara de una mercancía. Con este tipo de proyecto se está queriendo transformar la oferta de medicamentos como si se tratara de la comercialización de una golosina”.

El Jefe de Gobierno Mauricio Macri se desmarcó del proyecto. Sorprendido por la noticia, dijo haberse enterado del mismo a través de los medios. Habiendo apoyado a Farmacity por decreto, buscando cederles entonces el terreno legal de la Ciudad Autónoma en su favor, pareciera al mismo tiempo no querer asumir el costo político y social que supone el apoyo a una empresa con grandes expectativas de concentrar el mercado.

Desentenderse es también un gesto político: apoyar a una empresa como Farmacity en desmedro de otros actores políticos de igual o mayor peso, puede traer un dolor de cabeza difícil de superar con una simple cafiaspirina.

Fuente: Notas.org.ar

Imágen: Notas.org.ar


Compartir
Scroll al inicio