Un médico rosarino encabezó una investigación con impacto mundial

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Una nueva guía permitirá que fetos, recién nacidos y niños de hasta 2 años puedan ser evaluados con normas comunes en todo el mundo: Es por el trabajo de científicos de Oxford liderados por José Villar.
En el mundo nacen unos 120 millones de bebés al año. Ahora, gracias al trabajo de un equipo de científicos de la Universidad de Oxford (Inglaterra), liderado por el médico rosarino José Villar, los fetos, recién nacidos y niños podrán ser evaluados usando un conjunto de normas comunes. Esta nueva forma de “medir la salud” permitirá determinar el nivel de desarrollo desde antes de la semana 14 de gestación y después del nacimiento y, como consecuencia, los diagnósticos serán los mismos a nivel mundial.

Contar con esta posibilidad resulta de vital importancia ya que el estado del feto en la panza de la mamá y al momento del nacimiento tiene un impacto directo en la salud infantil e incluso en la vida adulta.

Gracias a un mayor conocimiento sobre este período de la vida se podrán tomar acciones a tiempo para evitar problemas a mediano y largo plazo. Además, estos estándares complementan los producidos por la OMS para niños de hasta 5 años de edad.

Los estándares representan el primer patrón internacional deseable de crecimiento saludable para todos los bebés, independientemente de su etnia o país de nacimiento. Se han establecido curvas de percentil (3, 10, 50, 90 y 97) para el crecimiento de un bebé durante el embarazo (determinado por ecografía) y para el tamaño del bebé cuando ya nació según la edad gestacional (peso, longitud y circunferencia de la cabeza), además del seguimiento hasta los dos años de los prematuros.

Las nuevas herramientas que se utilizarán en todas las clínicas y sanatorios del mundo harán posible, por ejemplo, que muchos más bebés diagnosticados con sobrepeso en el momento del nacimiento sean considerados en forma particular y a tiempo, para prevenir enfermedades que podrían complicarles la vida a futuro. Además se podrán tomar medidas simples y efectivas como la prolongación de la lactancia materna. Lo mismo sucederá con aquellos de baja talla o peso inadecuado.

Desde Oxford, Villar, investigador principal del nuevo modelo internacional, habló con La Capital sobre este hito en la medicina perinatal (una rama de la gineco obstetricia). “El primer cambio práctico es que todos los efectores de salud, tanto públicos como privados, usarán el mismo tipo de estándares para evaluar el crecimiento fetal y neonatal. De este modo se pondrá mucho más en orden la atención médica desde la concepción hasta la niñez y los diagnósticos serán los mismos en todos lados. En la Argentina y otros países ya pasa con los niños (ya que se usan las mismas medidas para seguir su desarrollo establecidas por la OMS) pero siempre después del nacimiento. Lo que acabamos de presentar es único y permite equiparar la perinatología a la medicina general”, señaló.

La revista médica inglesa The Lancet publicó la semana pasada la novedad que según Villar permitirá “una mejora en la atención de la salud sin precedentes”.
En el caso de los millones de bebés desnutridos que nacen a diario “proporciona una oportunidad para que estos niños reciban el apoyo nutricional y un tratamiento específico, sin el cual cerca de un cinco por ciento son propensos a morir durante el primer año o a desarrollar problemas de salud graves a largo plazo”, comentó.

¿Cuándo se comenzó a pensar que era importante tener curvas de crecimiento fetal y al momento del nacimiento que sean comunes para el mundo entero? “Es un concepto general de medicina que las diferencias de crecimiento y otros parámetros (que son controlados por varios sistemas biológicos complejos) como la presión arterial o los niveles de azúcar o hierro deben ser universales. Ya en 1994 participé de un comité de la OMS sobre crecimiento y nutrición materna y recomendamos que debería también haber curvas de crecimiento intrauterino internacionales”, explicó el médico.
Este estudio pone además el acento en el estado de salud materna y determina que muchos de los problemas intraútero del feto o al momento del nacimiento tienen mucho más que ver con la situación de la madre a nivel de salud que con su etnia o características genéticas.

¿Cómo surgió? “Las evidencias eran bien claras para el crecimiento de los infantes y niños, pero no había ninguna sugerencia de que el crecimiento fetal debería ser distinto. Siempre es bueno tener datos sólidos para convencer a los colegas y para que las madres estén informadas cuando van al médico. No podía ser que un feto creciera bien cuando la mamá estaba en una ciudad porque se lo comparaba con una curva determinada, pero si viajaba a otra localidad resultaba que no crecía bien porque se lo medía de acuerdo a otros parámetros”, detalló Villar. En un editorial que acompaña los artículos en The Lancet se apoyan claramente estos conceptos.

El investigador, que es además profesor de medicina perinatal en la Universidad de Oxford, dijo a este diario que la repercusión del artículo ha sido enorme y su difusión internacional también. “En resumen, estamos diciendo que las diferencias en el crecimiento fetal y neonatal entre razas, países o regiones –si las madres son sanas y vienen de buenos niveles de salud, educación o situación socioeconómica adecuada– son muy pequeñas, incluso mucho más pequeñas que las diferencias entre los fetos y recién nacidos dentro de una ciudad determinada, por ejemplo. En definitiva: somos más parecidos entre todos los países siempre que las condiciones sean las correctas y mucho más diferentes dentro de una población específica con diferencias sociales grandes”.

Villar remarcó el concepto que dice que las diferencias entre los países están principalmente dadas no por razones genéticas sino por los niveles de nutrición, infección, atención médica, educación y nivel económico. En el estudio fueron controlados 60 mil embarazos de todas las regiones del mundo con idénticos equipos y procedimientos. De allí las trascendentes conclusiones
Estas primeras normas internacionales, una para el feto en desarrollo y otra para los recién nacidos hasta los dos años, fueron desarrolladas como parte del Proyecto intergrowth 21 que financió la Fundación Bill y Melinda Gates.
Fueron seis años de estudio para el equipo que lo llevó a cabo, integrado por 300 médicos e investigadores de 27 instituciones de todo el mundo.

Villar recordó que cuando el crecimiento del feto en el útero es incorrecto (tanto por falta como por exceso) está directamente relacionado con enfermedades en la infancia e incluso con la muerte temprana. De igual modo influye en la salud de esa persona cuando es adulta. Diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares tienen relación con la salud fetal y al momento del nacimiento.
Los nuevos estándares de crecimiento fetal y tamaño del recién nacido, y los métodos para comparar la longitud/talla y el perímetro encefálico para la edad gestacional son “las herramientas más sólidas disponibles que hayan existido para comparar a las poblaciones de todo el mundo y a partir de estos datos desarrollar más y mejores diagnósticos y tratamientos para la salud infantil mundial”, enfatizó Villar.

Fuente: Diario La Capital


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