La ANMAT dio luz verde al uso del trastuzumab emtansina (TDM1), una nueva clase de medicamentos llamada “conjugado de fármaco-anticuerpo”, que combina la eficacia de un anticuerpo monoclonal (trastuzumab) con el poder citotóxico de una quimioterapia (emtansina).
La nueva droga libera la quimioterapia en el interior de las células cancerígenas, de modo que es bien tolerada y reduce la incidencia de efectos adversos. Entre otros beneficios, evita la caída del pelo.
Alrededor de una de cada cinco mujeres diagnosticadas con cáncer de mama presenta un tipo de tumor denominado HER2-positivo, una variante agresiva de la enfermedad que suele progresar más rápidamente2. Este tipo de cáncer ocurre cuando las células cancerígenas de la mama poseen demasiadas copias de la proteína HER2, y hasta el momento no hay posibilidad de cura cuando se encuentra en estado avanzado o metastásico. Se trata de un tipo de cáncer para el cual en los últimos años se han desarrollado alternativas terapéuticas que han permitido cambiar el curso natural de la enfermedad. En esa línea se suma la reciente aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para el uso de trastuzumab emtansina (TDM1) para el tratamiento de cáncer mama HER2-positivo avanzado; una decisión que permitirá una mayor sobrevida con mejor calidad de vida para aquellas pacientes que a pesar de haber recibido tratamiento previo con trastuzumab (Herceptin®) y una quimioterapia a base de taxanos progresaron en su enfermedad. El TDM1, cuyo nombre comercial es Kadcyla®, es el primero de una nueva clase de medicamentos llamada “conjugado de fármaco-anticuerpo”, que combina la eficacia de un anticuerpo monoclonal con el poder citotóxico de la quimioterapia. En la actualidad, la terapia inicial estándar para intentar frenar el avance del cáncer de mama HER2-positivo metastásico se basa en un esquema de trastuzumab, pertuzumab y quimioterapia. El trastuzumab fue el primer anticuerpo monoclonal aprobado contra ese tipo de tumor maligno, y si bien provocó una revolución en los tratamientos, lo cierto es que el primer año en el 50% de las pacientes la enfermedad igual progresa y para poder intentar prolongar sus vidas deben recurrir a otra terapia. En este sentido, la llegada de TDM1 es muy esperada por los médicos oncólogos, ya que en los estudios de fase III prolongó 6 meses la vida de las pacientes y elevó significativamente el tiempo de sobrevida libre de progresión (SLP) de la enfermedad.1
Acerca del estudio EMILIA La aprobación del TDM1 se basa en los resultados del estudio EMILIA, un estudio clínico internacional, randomizado y abierto de fase III realizado en 213 centros oncológicos de más de 26 países, que analizó el uso de T-DM1 solo en comparación con lapatinib (una pequeña molécula inhibidora de la tirosina kinasa) en combinación con capecitabina (quimioterapia) en 991 pacientes con cáncer de mama HER2-positivo localmente avanzado o metastásico, previamente tratadas con trastuzumab más quimioterapia basada en taxanos. Se destacan los siguientes resultados1: • El estudio alcanzó las dos variables co-primarias de eficacia de sobrevida global (OS) y sobrevida libre de progresión de la enfermedad (PFS), según lo evaluado por un comité de revisión independiente. • Quienes recibieron TDM1 vivieron en promedio 5,8 meses más (OS) que aquellos que fueron tratados con la combinación de lapatinib y capacitabina, el tratamiento estándar en segunda línea (mediana de sobrevida global: 30,9 meses vs. 25,1 meses). • Los pacientes que recibieron TDM1 experimentaron una reducción del 32% del riesgo de morir. Y la mediana de la sobrevida libre de progresión de la enfermedad (SLP) fue de 9,6 meses vs. 6,4 meses entre quienes recibieron la terapia estándar. • Los pacientes que recibieron TDM1 experimentaron menos eventos adversos de grado 3 o más (severos) que quienes fueron tratados con lapatinib más capacitabina (43,1% vs. 59,2%). • Entre quienes recibieron TDM1, los efectos adversos severos más comunes (presentes en más del 2% de los participantes) fueron un recuento bajo de plaquetas (14,5 %), aumento de los niveles de enzimas hepáticas (8%), recuento bajo de glóbulos rojos (4,1%), niveles bajos de potasio en la sangre (2,7%), problemas de nervios (2,2%) y cansancio (2,5%). “Los estudios realizados hasta el momento se focalizaron en las pacientes con cáncer de mama avanzado o metastásico. A raíz de los resultados positivos que se obtuvieron, ahora estamos investigando si el TDM1 también puede ser usado en estadíos tempranos del cáncer de mama”, anticipa Verma. En ese sentido, cabe recordar que durante el desarrollo de una droga se atraviesan distintas etapas, primero en el laboratorio, luego en animales y, por último, en seres humanos donde, a la vez, existen tres fases (I, II y III). En la fase III se compara la droga en estudio con las drogas que hasta ese momento se venían utilizando. “Necesariamente en esta etapa siempre se analiza en pacientes que ya tienen enfermedad diseminada. Una vez que queda claramente demostrada en ellos su utilidad, esa droga pasa a estudiarse en las etapas iniciales de tratamiento y si demuestra utilidad, se la empieza a usar como terapia adyuvante, es decir, inmediatamente después de la cirugía. Esto no sólo se mejora la sobrevida sino que ayuda a curar más pacientes”, señala Chacón. Y concluye: “Los porcentajes de eficacia de TDM1 son elevados. Esos porcentajes son más altos cuanto menos volumen de enfermedad tenga la paciente, o sea que si bien en este momento la droga se va a usar inicialmente en personas que ya están muy politratadas, en la medida en que uno las aborde en situaciones más favorables, los efectos serán mucho mayores”. La decisión de la ANMAT sigue los pasos de la FDA (el organismo regulador de los medicamentos en los Estados Unidos), que en febrero de 2013 autorizó el TDM1 basándose en los resultados del estudio EMILIA.
Fuente: Infosalud |