Alerta por un producto "anticancerígeno"

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La Corte Suprema de Justicia de la Nación encomendó al juez federal Marcelo Martínez de Giorgi que investigue la presunta comercialización de un medicamento anticancerígeno elaborado sobre la base de “la combinación de proteínas extraídas del veneno de serpientes y escorpiones” que no está registrado ni autorizado por el Ministerio de Salud. Uno de los promotores del preparado se defendió ante Tiempo Argentino: “No le estoy vendiendo veneno a la gente.”

Se trata del Ibion-Vesam-Vescozul, un preparado que su propio creador definió como un “complemento dietario fitoterápico, homeopático y homotóxico que no tiene químicos y para el cual utilizo sustancias que son de venta pública”.

“Soy monotributista y estoy al día con la AFIP. Comercializo productos naturales que confecciono, pero también soy distribuidor de una empresa americana que vende productos.” Así se presentó el profesor Dardo Prusak, técnico en laboratorio y farmacia homeopática recibido en la Escuela Cangallo. Su blog también dice que es especialista en digitopuntura superior, laserpuntura y moxibustión, y que atendió centros terapéuticos en Camboriú, Brasil. Sus pociones, asegura, sirven para tratar diversas afecciones, desde el cáncer hasta la disfunción sexual. “Tengo un montón de productos”, afirmó.

La causa que toma el Juzgado Federal Nº8 fue instruida a raíz de la denuncia de Maximiliano Derecho, asesor legal del Programa de Control de Mercado deMedicamentos y Productos Médicos, dependiente del Instituto Nacional de Medicamentos (INAM). El organismo “pudo comprobar que a través de una página de Internet se ofrecía al público un tratamiento homeopático mediante el cual se prometía controlar, reducir y/o curar la enfermedad de cáncer”, y que Prusak no se encuentra inscripto como profesional de la salud.
El profesor advirtió a este diario que trabaja con muchos médicos homeópatas, que se trata de un “tratamiento complementario”, que por ello “jamás le voy a decir a nadie que deje su tratamiento convencional” y que “ninguno de los productos que ofrezco tiene efectos colaterales ni adversos”. Y expresó que “cada uno tiene la elección de comer sano, medicarse sano y decidir con libre albedrío sobre su cuerpo. Por ejemplo, cuando me duele la cintura tomo árnica, un medicamento tan viejo como la Biblia, y no un antiinflamatorio de laboratorio.” 

El polémico preparado ofrecido por Prusak parece replicar los componentes del Vidatox, un producto originado en las investigaciones oncológicas desarrolladas hace años en Cuba, un bioterápico que tiene como principio activo el veneno del escorpión azul (Rhopalurus junceus). Es comercializado en todo el mundo por el laboratorio Labiofam, que en su página web asegura que “es un producto potencialmente no tóxico por vía oral”; que “su uso no excluye ni limita otras medidas convencionales del tratamiento oncológico; por el contrario, su empleo simultáneo puede tener efecto sinérgico o potenciador de la actividad antitumoral en el tratamiento oncológico convencional”.

Respecto del Ibion-Vesam-Vescozul, la investigación aún “no ha podido contar con los productos ilegales que supuestamente se comercializaban en el comercio capitalino –el local estaba cerrado–, ni se pudo verificar la existencia de persona alguna afectada por el tratamiento en cuestión”. Sin embargo, la Corte estimó que “no puede descartarse que los hechos que se denuncian hubiesen comprometido la salud pública, vulnerando tanto la ley de medicamentos como la de marcas”.

La polémica por la crotoxina 

En 1986, los pacientes enfermos de cáncer y sus familiares depositaron sus esperanzas en la crotoxina, una droga obtenida a partir del veneno de la víbora de cascabel y que, según sus descubridores, curaba la enfermedad. La desesperación la puso en boca de todos, y se supo que a muchos pacientes ya se les administraba sin autorización. El Ministerio de Salud formó una comisión de oncólogos, cuyas conclusiones fueron terminantes: se trataba de un fraude, y la droga fue prohibida. Reflotada más tarde, la investigación en crotoxina fue aprobada en 1998, pero jamás se logró comprobar su eficacia en el tratamiento del cáncer.

Fuente: Tiempo Argentino


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