Control de los factores de riesgo para prevenir una segunda ola de morbilidad y mortalidad
Puntos clave
- El riesgo de padecer una forma severa de COVID-19 y la mortalidad aumentan a mayor edad. Además, la mortalidad parece estar asociada a la coexistencia de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes. Aunque éstas son más frecuentes a mayor edad, el riesgo de formas severas en estas condiciones no está limitado a los adultos mayores. Los datos disponibles sustentan que la edad vascular y las patologías asociadas –podrían ser una explicación razonable de la relación entre edad cronológica y formas severas de COVID-19.
- La frecuencia de manifestaciones severas así como la mortalidad por COVID-19, son mayores en varones que en mujeres. Podrían explicar, al menos parcialmente, esta diferencia entre géneros la mayor prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en hombres y por ende de daño cardiovascular previo, un aumento en la actividad de la ECA2 en el sexo femenino, descripta en la epidemia por SARS-CoV, y un potencial efecto protector de los estrógenos frente a infecciones virales.
- Los datos actuales provenientes de Asia, Norteamérica y Europa sugieren que el uso de IECA y ARA no se asocia a riesgo de evolución desfavorable en pacientes con COVID-19 o, incluso, que podrían tener un beneficio adicional.
- Múltiples evidencias permiten prever un aumento de eventos cardiovasculares por los efectos de la pandemia, así como de las medidas necesarias para contenerla. Se ha demostrado que los países con situaciones de catástrofes, guerras y estados de desorganización social sufren un retroceso en el proceso del control de los factores de riesgo, elevan sus tasas de mortalidad cardiovascular. Además, la pandemia limita el acceso regular a los sistemas de salud y por ende las acciones preventivas y terapéuticas.
- Creemos que considerar a la edad vascular, y no la cronológica, como el factor asociado a una evolución desfavorable puede redundar en claras implicancias prácticas. Resulta imperativo tomar acciones de control de los factores de riesgo, en especial en grupos vulnerables por su patología o por su condición social. En Argentina, la prevalencia de factores de mal pronóstico para COVID-19, como diabetes, obesidad e hipertensión es alta y su grado de control continúa siendo pobre.