La depresión es un trastorno del estado de ánimo, que se traduce en un importante y continuado decaimiento y claudicación psicológica y biológica del paciente, y se manifiesta a través de síntomas psíquicos (pudiendo aparecer desinterés, tristeza, desmoralización, disminución de la autoestima) y somáticos (pudiéndose presentar en forma de pérdida del apetito, disminución del peso corporal, astenia, alteraciones del sueño con periodos de insomnio y de somnolencia, etc).
Los antidepresivos son medicamentos cuya condición de venta es bajo receta archivada, y que no deben repetirse sin nueva consulta al médico. Estos medicamentos ayudan a mejorar la forma en que el cerebro utiliza ciertas sustancias químicas naturales.
Los principales grupos de fármacos antidepresivos son:
- Antidepresivos tricíclicos: buen perfil de eficacia por el bloqueo de la recaptación de dos compuestos de comunicación interneuronal (noradrenalina y serotonina), aunque presentan una alta tasa de efectos secundarios. Se encuentran contraindicados en pacientes con antecedentes recientes de infarto de miocardio, así como en pacientes con arritmias, hiperplasia benigna de próstata, glaucoma de ángulo abierto, insuficiencia renal o hepática, y epilepsia o antecedentes de convulsiones.
- Antidepresivos heterocíclicos: derivados del grupo anterior, con la misma efectividad, pero con menor tasa de aparición de efectos secundarios.
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina: (ISRS): son inhibidores muy específicos de la recaptación de serotonina con poca o ninguna repercusión sobre el resto de neurotransmisores, lo que les confiere una gran tolerabilidad (los principales efectos secundarios descritos son náuseas, sudoración y alteraciones del peso corporal), y por ello son el grupo más prescrito en atención primaria.
- Inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAOs): inhiben de forma más o menos selectiva la monoaminoxidasa A o B. Presentan un perfil de efectos secundarios bastante negativo, por lo que se utilizan como tratamientos de segunda línea, en caso de falta de efectividad de otras alternativas más seguras.
- Otros fármacos antidepresivos: se centran principalmente en la recaptación de serotonina o noradrenalina, aunque nuevas líneas terapéuticas actúan en receptores de serotonina y adrenérgicos α2 entre los que se encuentran:
*Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina (SNRI)
*Inhibidores selectivos de la recaptación de norepinefrina y dopamina (NDRI)
La evolución de la dispensa de antidepresivos en nuestro país ha sufrido un aumento del 111.30% en el período comprendido entre 2004 y 2015, con un porcentaje promedio mensual del 9,2%, tal como se observa en el Gráfico Nº1.
Pasamos de 4.412.320 unidades en 2004 a 9.323.251 en 2015.
Considerando el período enero-octubre de 2016, la dispensa mensual promedio alcanza a 792.370 unidades aproximadamente.
Los antidepresivos no están indicados, por ejemplo, para afrontar una pérdida o para levantar el ánimo tras una ruptura sentimental, que es para lo que muchas veces se recetan.
A favor del consumo innecesario juega la tendencia, estimulada por ciertos sectores de la industria farmacéutica, a medicalizar cualquier aspecto de la vida, incluidos estados de ánimo muy normales como la tristeza, el duelo o el simple miedo a hablar en público.
No es casualidad que entre los antidepresivos más recetados figuren la fluoxetina, que se presentó como la pastilla de la felicidad, o la paroxetina, lanzada como la pastilla de la timidez.